Son las 6:30 de la mañana... casi todo el mundo duerme. Como me propuse el día anterior me levanto temprano para disfrutar del silencio de los bosques de Astjern antes de emprender nuestro camino hacia el siguiente destino llamado Hoffsvangen. La luz ya es muy intensa y es que, en los meses de verano, Noruega tan solo tiene unas 3-4 horas de oscuridad. Ideal para aprovechar al máximo y cumplir los exigentes retos que te marca el Camino de Nidaros.
Al abrir la puerta y salir del refugio descubro que a esta silenciosa mañana le acompaña un frío helador. Pienso en el calor que debe de estar haciendo en España y de alguna manera estoy algo sorprendido por estar a 10º en el mes de julio.
Asumo esta circunstancia y paseo durante un rato por los alrededores. Todavía no asimilo muy bien que a estas horas, en las que todo el mundo duerme placenteramente, la luz parezca ser ya la del mediodía.
Sensaciones extrañas, diferentes, al menos para alguien como yo que viene de territorios manchegos rozando ya con el sur donde las temperaturas por estas fechas rondas los 35-40º.
A pesar de todo disfruto de estos bellos paisajes del interior de Noruega y sobre todo... del silencio, algo que a todos nos engancha y que cada uno vive a su manera. Esta es mi manera!!
Pero no todo dura eternamente y después de un buen desayuno, cuestión importante si pretendemos recorrer largas distancias sin desfallecer, nos ponemos en marcha. Como comentaba, nuestro destino esta vez es Hoffsvangen. Por delante una ruta de 30-33 Kilómetros que de nuevo nos vuelve a poner a prueba.
DE ASTJERN A HOFFSVANGEN
La mañana se levanta un tanto gris y amenaza con descargar algo de agua. De momento nos vamos salvando, lo que nos permite seguir disfrutando de los bellos paisajes. Hemos abandonado el bosque y regresamos a los valles tomando dirección noreste en busca de una sorpresa que nuestros amigos de
ACASAN nos tienen preparada y con los que nos ha sido posible realizar esta experiencia.
Hacemos una parada después de andar unas dos horas aproximadamente para encontramos con unos amigos muy especiales que nos acompañarían durante todo el día. Acasan tiene como peculiaridad realizar peregrinaciones en España acompañados de carros y animales de tiro.
Es muy difícil transportar a estos animales desde España a países tan lejanos además de los incómodos trámites que complican en exceso tal labor. Por ello Acasan contactó con una empresa noruega que le facilito estos preciosos caballos.
Para esta asociación es muy importante llevar consigo sus preciados símbolos tales como la figura de Santiago o la Cruz del Camino... No sería posible llevarlo a cabo si no fuera, en este caso, por la colaboración del pueblo noruego que se volcó en cumplir uno de los sueños de Acasan.
Y de esta manera continuamos la ruta caminando junto a los carros, como siempre, siguiendo la huella de
San Olav a través de los numerosos hitos situados a lo largo de los más de
600 kilómetros del
Camino de Nidaros. Sin darnos casi cuenta y tras haber tenido que preparar los carros se nos hace la hora de comer. Lo hacemos a las puertas de otro de los lugares de interés durante la ruta.
Estamos a mitad de camino y nos encontramos con la
Iglesia de Kolbu, una iglesia de
1730 que ha sufrido diferentes transformaciones durante los tiempos y donde se conservan elementos originales como un
altar de piedra. También se conservan otros elementos antiguos como un
retablo de
1877.
Algo que encontraréis en este tipo de paradas son carteles informativos sobre la peregrinación por el Camino de Nidaros acompañados de mapas para que os aseguréis de ir siguiendo el recorrido original. Sin duda os servirán de ayuda si decidís hacerlo por libre.
El camino nos espera y continuamos atravesando extensos campos de cultivo de color verde intenso. El día empieza a abrirse, parece que la lluvia no va a caer hoy. Algunos noruegos a nuestro paso se alegran de vernos y nos ofrecen zumo de grosella. Nos dicen que están muy contentos porque nos hemos traido "el sol de España". Parece ser que era excepcional el tiempo que nos estaba haciendo y que en tres días todavía no nos hubiera caído ni una gota.
El ritmo de los carros engaña. Aunque aparentemente los caballos parecen ir lentos a nosotros nos obligan a ir mas rápido que en días anteriores. Hoy no tenemos grandes desniveles pero en ocasiones se acusa dicho ritmo, sobre todo en aquellos tramos en los que tenemos que caminar por asfalto.
El cielo se despeja y nos deja ver su azul intenso que contrasta con el color verde de los campos, valles y colinas que divisamos a nuestro paso. No puede ir mejor el día, disfruto mucho de los caminos, mi cuerpo empieza a habituarse a estas largas caminatas hasta tal punto que, cuando observo lo que me rodea, parece que me salgo de él ... al menos ni lo siento.
Cuesta no plantearse o cuanto menos no imaginarse como sería la vida en estos parajes en los que la naturaleza te rodea mires donde mires y donde descubres que no todo tienen que ser prisas ni vivir siempre con altos niveles de stress. Cuesta no imaginarse una vida diferente de la que nos ofrecen las junglas de asfalto en las que muchos nos encontramos al tener la suerte de vivir una experiencia como esta.
Seguimos encontrando las señales que nos guían hasta nuestro destino, para nada resulta una cuestión complicada. Se ha hecho una gran labor en los últimos años por abrir de nuevo esta ruta y desde Turismo de Noruega han puesto todo su empeño para que viajeros y peregrinos de todo el mundo puedan disfrutar de esta ruta.
En determinados momentos la vegetación nos envuelve mostrándonos lo mejor de ella y sorprendiéndonos con preciosas flores que nos dejan sin habla creciendo libres y salvajes en cualquier lugar en el que fijemos la vista.
Y si hoy era el día de los carros y los caballos no faltó la estampa de un precioso caballo de carreras entrenando por los caminos cercanos. Pequeños detalles en los que algunos nos fijamos y que nos hacen vivir la experiencia con mayor intensidad.
Nuestro destino estaba ya cerca y a pesar de haber cubierto la mayor distancia hasta la fecha ha sido un gran día repleto de pequeñas sorpresas. El ritmo constante de los carros nos ha facilitado la labor para no desfallecer en ningún momento y para disfrutar de una manera diferente de esta tercera etapa.
Llegamos a Hoffsvangen, mis piernas ya no tiemblan, no tengo calambres, estoy contento por ello. Estoy contento porque a partir de aquí podré disfrutar al máximo de todo lo que me espera sin preocuparme si llegaré hasta el final.
Hemos cumplido con otra etapa del Camino de Nidaros y decido dejar de nuevo para la mañana siguiente la visita por los alrededores. Es hora de descansar, nos lo hemos ganado. A pesar del cansancio se nota en las caras de la gente la satisfacción por haber cumplido. Mi experiencia se amplia gracias a la gente que me cuenta como lo está viviendo.
Poco a poco me voy sintiendo menos bloguero y mas viajero. Esto es bueno pues me ayuda a compartir la experiencia con los demás y a vivirlo con mayor intensidad. Ahora es el momento de contarlo y me alegro en su momento de haberlo disfrutado como lo he hecho. Empiezo a ser libre, empiezo a vivir la experiencia y sobre todo comienzo a sentir que este viaje, al igual que otros muchos, dejará una huella difícil de borrar.
Un saludo viajeros!!!
Un escalofrío en la piel. Miguel. Muy hermoso. Creo que, lo más bonito que he leído de ti. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarNo hay de que,
ResponderEliminarCreo que es hora de contar las sensaciones vividas en lugar de tantos datos prácticos que al final puedes encontrar en cualquier parte. En este caso Turismo de Noruega ofrece toda la información necesaria para hacer esta ruta.
Un saludo!!
Motivante descripción. Me gustan los detalles y las sensaciones vividas.Saludos.
ResponderEliminarGracias Alberto!
EliminarEs gratificante comprobar que consigo transmitir en parte las sensaciones que he vivido en esta experiencia.
Un saludo!!